Panes de piedras - Julius Hensel

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PANES DE PIEDRAS, JULIUS HENGEL / LEIPZIG, 1898

Brot aus Stein, durch mineraliche Düngung der Felder. 

Investigación y traducción: 

Juquira Candirú Satyagraha 

  • Hans Landgraf 
  • Jairo Restrepo Rivera 
  • Sebastiao Pinheiro

Panes de piedra es un libro para comprender a profundidad la fuerza nutritiva de las harinas de rocas en la agricultura, desde la fertilización de los suelos como su papel en la libertad y soberanía de todos lo pueblos de mundo. 

"Panes de piedra por la fertilización de los campos" 
Fue el título que Julius Hensel, hace más de un siglo, escogió para su libro. ¿Pero quién lo iría a entender? 

Hensel, compatriota de Martín Lutero, con sus escritos está revolucionando la agricultura con la remineralización de los suelos. El lema de Hensel fue: "las fuerza nutritivas aún desconocidas de las rocas"

Nosotros no sabemos cuál es la diferencia entre la leche materna y la leche en polvo, ni siquiera conocemos la diferencia entre la leche humana y la leche materna, o que la leche en polvo es leche de vaca. Entonces, ¿Cómo exigir que se conozca que el inventor y  primer poseedor de la patente de la leche en polvo fuera Justus von Liebig, padre en la química en la agricultura, mientras Julius Hensel promovía la importancia de la leche materna en su obra más conocida "la vida"? 

Hensel fue perseguido, preso, olvidado y renegado; doctores "universitarios" en suelos, todavía no conocen sus escritos; pues estos pertenecen o son objeto de la deformación ideológica y dogmática, sin preocupación ética y honestidad moral por parte de los que aprenden. 

Un grupo de campesinos negros y rebeldes reacios a su esclavitud, que mantienen sus costumbres y que en Brasil son llamados "quilombolas" empezaron a cultivar arroz "oryza glaberrima" originario de Níger, que sus antepasados cultivaron en África; prohibido de ser cultivado en Brasil desde 1750, en manos de los quilombolas en Río Grande do Sul hoy es recuperado y cultivado con "harina de rocas" sin fertilizantes, herbicidas y urea. En los primeros treinta días los quilombolas querían destruir el cultivo, por las "malezas" y bajo "stand"; a los sesenta días se estaban acostumbrando con la fuerza del cultivo que vencía las malezas y macollaba con vigor gigantesco. 

En la cosecha obtuvieron más de 8.000 kilos de grano por hectárea. En el molino el rendimiento fue superior al 72% cuando la media en Río Grande do Sul es producción es de 5.500 kilos de grano por hectárea y el rendimiento en el molino está por debajo del 60%, Por otro lado, con una parte de esta cosecha fueron  hechas mas de setenta comidas diferentes y algunas bebidas. 

De todo esto, lo más impactante fue el relato del "quilombola" Olegario, con 73 años de edad: "al inicio no me gustó ni un poquito ese arroz, pero cuando vi que unos patos vinieron a hacer sus nidos en el cultivo de arroz, tuve que dejar, pues acá no hay más espacio para las aves, ya que todo está con herbicidas e insecticidas. Luego cuando yo me iba aproximando para el control del agua y otros trabajos en el arroz, una ave adulta me presentaba orgullosa sus diez nuevos patitos y se quedaba en la vuelta, como queriendo enseñarme algo. Toda la familia voló unos días antes de la cosecha. Pero el próximo año que viene, voy a tener más arroz y con seguridad más patos". El arroz africano, la harina de rocas y la sensibilidad humilde del agricultor  nos enseñan algo nuevo. 

El "quilombola" Olegario, con la edad que tiene y la experiencia de la vida, podría auxiliar a muchos que estudiaron la "filosofía de la ciencia" sin comprender el contexto en el texto.  Es por esto que muchos doctores repiten como borregos en las universidad y creen que: venenos, transgénicos, eucaliptos y agrocombustibles son buenos e imprescindibles. 

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